Tanto se ha escrito y dicho sobre la imagen de la pintora mexicana Frida Kahlo, que podría parecer que nada más quedara por descubrir sobre ella.
Sin embargo, la exposición que se inauguró en junio de este año en el Victoria & Albert Museum de Londres demuestra lo contrario. Bajo el sugerente título de “Making herself up” (un juego de palabras que puede entenderse como “haciéndose a sí misma”, pero también como “maquillándose”), este maravilloso espacio abre una dimensión de la artista que no conocíamos.
Y es que en 2004, cincuenta años después de su muerte, se abrió su baño, que durante décadas mantuvo el secreto de sus esmaltes de uñas, maquillaje, cartas, anotaciones y hasta alguno de sus corsés de yeso.
Estuve allí en julio, y la verdad es que es un recorrido realmente íntimo —tanto, que a veces incomoda— sobre la vida de una mujer que desarrolló un estilo único y poderoso, en gran parte dedicado a esconder sus problemas físicos.
La muestra comienza con fotos de ese hogar mixto, en donde un fotógrafo alemán emigrado a México (su padre) registraba momentos distintos de ese país convulsionado e intenso. Sus hijas y su mujer —todas mexicanas—, posaban frente a su cámara, una y otra vez. Es muy curioso ver las anotaciones del dorso de las fotos, porque rara vez coinciden con las fechas reales en las que fueron tomadas. Y es que Frida cambió su año de nacimiento, 1907, por el de la revolución mexicana, 1910; desde entonces, ya estaba creando su propio personaje. Testimonios escritos de una narrativa casi de ficción, con pinceladas de heroica realidad.
Otro de los elementos que dan un aura especial a la exhibición es la colección de exvotos mexicanos, una forma visual de dar las gracias a Dios, vírgenes, ángeles e incluso otro tipo de seres. Frida y Diego Rivera los coleccionaban en su mítica Casa Azul (de la cual también encontramos un mapa a lápiz dibujado por la artista y con la nota: “Mi casa no es muy cómoda, pero es bonita de color”, en inglés).
El espacio de su maquillaje, la prótesis de su pierna y sus corsés quizá sean lo más inquietante: uno siente que está invadiendo un espacio demasiado personal, aunque a la vez, sus corsés de yeso blanco pintados y recortados por ella son verdaderas obras para ser expuestas. Como curiosidad, hay un frasco de Chanel nro. 5 con una cinta blanca pegada sobre él, en la que puede leerse “acetona”, escrito a mano y con mayúsculas.
Sus vestidos, joyas y complementos ocupan la última sala: algunos collares hechos por ella misma, con piedras mexicanas. Es muy divertido leer sus comentarios sobre la percepción que tenían las “gringas” (mujeres de Estados Unidos) sobre su apariencia: les parecía exótica y a la vez, les encantaba. Hasta hay una nota sobre un grupo de niños de ese país que una vez la persiguió para preguntarle dónde estaba el circo.
El catálogo merece un comentario aparte: es un libro exquisito, con ensayos de especialistas sobre cada uno de los aspectos de la exposición, cómo llegaron a montarla por primera vez fuera de México y un diseño visual realmente deslumbrante, que incluye pequeños álbumes de fotos de otro tamaño entre las páginas principales. Un lujo que permite seguir recorriendo infinitamente el camino que hizo Frida para crearse a sí misma.
Más información:
Frida Kahlo: Making Herself Up, hasta el 4 de noviembre de 2018
Web de la exposición:
https://www.vam.ac.uk/exhibitions/frida-kahlo-making-her-self-up
Entradas anticipadas:
https://www.vam.ac.uk/shop/whatson/index/view/id/7725
Foto: Victoria & Albert Museum
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